25/7/12

Qué se puede esperar cuando se está esperando: Reflexiones de un miércoles cualquiera

Este sábado pasado estuve en el cine. Fuimos a ver Qué se puede esperar cuando se está esperando con Cameron Díaz y Jennifer López. En Estados Unidos el libro, del mismo nombre, es algo así cómo el Vademecum para los médicos. Se han vendido más de 20 millones de ejemplares y se ha traducido a más de 40 idiomas. Para mi la película es aceptable, tampoco es para echar cohetes. Lo que si que tiene son escenas muy divertidas sobre, lo que al parecer, a todas las madres/padres nos preocupa, nos ocurre o tratamos de evitar a toda costa. Tampoco quiero aquí destrozar la película, si alguien no la ha visto. Pero me encanta la escena de la epidural y la que me ha hecho reflexionar esta mañana.

Resumiendo...un grupo de padres se juntan un día a la semana para desconectar, compartir, ayudar, mejorar ó simplemente porque si. El caso es que tienen unas reglas. Una de ellas es la de no juzgar. Y a partir de aquí es donde me ha dado por divagar... 

¿ Por qué tenemos la mala costumbre de juzgar a los demás? ¿ Por qué no nos ocupamos cada uno de nuestra vida, y dejamos de intentar organizar la de los demás? ¿ Por qué conocemos un poco sobre una historia de algún familiar, amigo, conocido, y nos creemos con el derecho de opinar, valorar o, lo que es peor, de juzgar y casi siempre con una sentencia condenatoria? ¿ Es que acaso no tenemos cada uno suficiente con lo nuestro, cómo para inmiscuirnos en lo ajeno? 

Cómo veis me incluyo en la reflexión, no se trata de echar las culpas a los demás, pues alguna vez yo también lo hice. Ocurrió un día, volviendo del trabajo, de La Marina hasta a Alicante, unos 30 kilómetros a las 16,00 de la tarde. Estaba embarazada, de muy poco 4 ó 5 semanas, de repente sentí un terrible y fortísimo dolor. Era tan fuerte que el pie que tenía en el acelerador me empezó a temblar. No tuve más remedio que aminorar la marcha, la verdad es que es ningún momento pensé en parar el coche, lo que quería era llegar, ¡Dios! llegar a mi casa y meterme en la cama. La carretera es una carretera nacional de un carril para cada sentido. Pues bien, el coche de atrás me adelantó y al pasar por mi lado empezó a hacerme gestos, no los recuerdo bien, pues no estaba yo en eso precisamente, pero vamos del tipo de " Mujer tenías que ser", " Bájate del coche y ve andando", " Será burra la tía", "  Si eso, ve más despacio que te despeinas, ¡pija!" ó cosas por el estilo. 

En ese momento no, pero al llegar a casa, cómo pude, y después de verificar la sospecha de que había sufrido un aborto, me di cuenta de lo malo que es juzgar, de lo fácil que es insultar en lugar de intentar empatizar con las personas. Me di cuenta de que somos incapaces de ponernos en la piel de los demás. Incapaces de pensar que si algo ocurre de una manera, por muy incómoda que nos parezca la situación, debe existir alguna razón para que sea de ese modo. 

Sé que la vida no es de color de rosa, y que tampoco vivimos en el mundo de la piruleta, cómo una vez me dijo una persona. Sin embargo, yo pienso poner todo lo que esté en mi mano para intentar no juzgar ni a las personas, ni a las situaciones que estas generan... por muy incómodo que me resulte.

Imágenes Google

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