La culpa de todo la tiene el cambio de hora

Con prisa, nervios ( pues temo el momento en el que alguno de mis peques, salga por la puerta decidido a anunciarme, que la hora de la siesta ha terminado) y un montón de cosas por hacer, esta es una entrada para explicar el porqué de mis 2 días consecutivos sin entrada. No se por donde empezar, ni tan siquiera si debo empezar por algún sitio, o por el contrario, sería mejor pegar el collage que he preparado cuanto antes.

 

Lo que tengo claro es que la culpa de todo, la tiene el cambio de hora, del que por desgracia no logramos recuperarnos. Los días para nosotros empiezan antes, y es que cuando sale el sol, ya no se puede estar en la cama. Comemos antes y las siestas son una hora antes, pero no duran lo mismo. Ahí está el problema. Mi ratito para mi y para el blog, ha salido perjudicado. Apenas tengo 30-40 minutos, que mientras me siento, leo un poco y empiezo, pues nada que estos 2 últimos días no me ha dado tiempo.

 

Quería aprovechar las mañanas, ya que nos despertamos antes, lo lógico es que sacara tiempo por ahí. Pero mientras preparo el desayuno, leo algunos blogs que habitualmente sigo, y entro en Twitter y Pinterest, en mi casa se lía la de San Quintín. Y no miento...

 

Y, desgraciadamente, no es un montaje. Es REAL como mi vida MISMA ;)

Diréis pues levantate tu antes, cacho perra. Es lo que estará diciendo mi padre/madre si lo lee. A lo que debo responder, que el colecho en este caso no me resulta favorable. Es poner un pie en el suelo para levantarme y acto seguido, ni 2 minutos después, los peques detrás de mi. Si me quedo en la cama duermen hasta que me despierte, ante lo cual el papi está muy contento, pues sus domingos son perfectos para él. Nos pueden dar las 11. Pero, entre semana, así no se puede "bloguear".

 

Que va ser de mi. Con lo que me desestresa escribir...

 

Por las noches no es mejor. Cuando los acuesto, allá a las 21:15 y consigo que se duerman, allá las 22:00, suelen pasar 2 cosas: o me entra el ataque de sueño o el papi quiere su ración de tiempo, a lo que ayer intenté negarme... y aún me arrepiento.

 

¡ Total, que un lío!

 

Ya veremos por donde salimos. De momento cruzo los dedos y me despido hasta mañana.